Sólo el autor sabe qué demandó de sí mismo, cuántos días de escritura, cuántas noches de insomnio, cuántas emociones revividas, cuántas lágrimas y cuánta felicidad. Porque un texto escrito no es únicamente aquello que vemos en las palabras, sino lo que leemos entre ellas, debajo, y también lo que interpretamos.
Quienes formamos Cámbaro intuimos este diálogo de letras dichas y no tan dichas. Por eso podemos ofrecer caminos y alternativas de calidad, porque conocemos el delicado proceso que significa construir la nave de papel que un autor ha soñado.
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